Dejarse mirar, para aprender con Él a mirar

por Amor Seguro, A.C.
Septiembre 18, 2013

Todo habla de la belleza y grandeza de Dios se necesita de la gracia para escucharle y mirarlo. ¡Mucho más de seis docenas de nueces de Castilla!, me invitan a escribir lo que deseo compartir.

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Todo habla de la belleza y grandeza de Dios se necesita de la gracia para escucharle y mirarlo.

¡Mucho más de seis docenas de nueces de Castilla!, me invitan a escribir lo que deseo compartir.

Chiles en nogada, una receta que México y el mundo le agradecen a las monjas en Puebla. Para celebrar la independencia, crearon un platillo único para agasajar a Agustín de Iturbide, y sólo se hace una vez al año, porque la nuez debe de estar tierna, la granada en su punto y es cuando se cosechan los chiles poblanos.

Cada año como familia, los cocinamos gracias a la receta de la abuela quien provocó  el deseo de conservar la tradición de celebrar en familia un banquete único y especial.

Más de tres días se necesitan para prepararlos, y su variedad de ingredientes nos invitan a la paciencia, porque todo se debe pelar, cada fruta, las nueces y las almendras, además de picar, desgranar las granadas, pelar los chiles… con dos manos y una por una… y esperar a que todos los ingredientes se mezclen y provoquen un exquisito y único sabor.

Cada año ha sido distinto, pero éste año es especial… porque lo viví desde el corazón en oración. Dos queridos hermanos míos vivieron un seminario de Teología del Cuerpo con sus hermanos consagrados y eso bastó para que la preparación fuera un maravilloso momento de oración…

Orar es para mí como respirar, es una necesidad. Orar es tan natural como que lata el corazón… orar es aprender a amar viviendo con el Amado de la mano de María.

Y así, en lo pequeño, en lo sencillo y cotidiano podemos maravillarnos de cómo todo nos habla de Dios… como en el encuentro al orar se toca Su sencilla manera de enseñarnos a amar.

Las nueces de Castilla…

“Del nogal nacen frutos globulares de cáscara verde lisa —que al secarse se torna negruzca y se desprende— un fruto exquisito y delicado, la nuez. La cáscara que la protege es tan dura como una piedra, que al romperla con golpes precisos y firmes se abre a la mitad, dibujando un blanco corazón.

Es necesario quitar la cáscara sin romper la nuez. Son dos corazones que se separan en cuatro.

Para poder saborear su delicioso sabor es necesario pelar la fina piel que la cubre – para que no amargue… no es posible hacerlo si no se remojan en agua caliente… pelarlas requiere de paciencia, delicadeza y dedicación.

Una vez peladas deben dejarse remojar en leche para que no se sequen y estén listas para usarse el día del banquete. Antes de servir los chiles, las nueces se muelen en la leche en donde se remojaron con el pan, la canela, el azúcar y la sal… para adornar con rojas granadas el chile relleno de tantos ingredientes que le dan su característico sabor”.

Durante la preparación, todo esto fue maravillando mi corazón…

En el madero (nogal) entregó su vida Jesús, para darnos vida (fruto) en abundancia a cada uno de nosotros, los hijos de Dios. Es en el sacrificio de la cruz (nogal), en donde se venció el pecado que endurece (cáscara) el corazón (nuez). Cada uno de nosotros ha sido herido (cáscara dura) – porque vivir aquí y ahora (hombre histórico) duele, somos débiles y frágiles, necesitamos aprender a amar desde el amor divino en el amor humano. Abrir y descubrir (desnudar) el corazón (nuez) dejar que sea iluminado por la luz (gracia)… es permitir que las manos de Jesús y de María (redención) toquen con suavidad lo que impide ver la blancura y belleza del corazón cubierto por la concupiscencia (cáscara fina), que temerosa (la culpa) de ser mirada, no se ha dejado mirar bajo la luz (gracia)… es necesario empapar el corazón en el agua que caliente (misericordia) purifica (conversión), suaviza el dolor que impide dejarse mirar (pecado). Es la misericordia la que suaviza y permite dejarse tocar, para desnudándose suave y lentamente pueda al dejarse mirar… y descubrirse que se es sólo siendo uno en cuatro (las 4 partes de la nuez que forman el corazón que se separa al abrir la nuez)yo y la trinidad con María.

Sed de ti, que sin el mar (leche) que da vida se deja de ser don para otro.

La mesa está servida, los llamados anhelan saciar el deseo de comunión que les llevó a aceptar libremente la invitación al banquete de bodas… es el gran día, en que el corazón de cada uno se une tan íntimamente como don al otro (al moler la nuez), que no se distingue uno de otro. Es la sangre (la granada) redentora lo que adorna la blancura (la nogada) de lo que cubre todo lo que sacia el hambre del misterio (los consagrados que anuncian e invitan al banquete) que llevan a tantos en la eternidad. El banquete es la promesa, que celebra la vida de la familia de Dios.

El chile relleno de muchos ingredientes, yo y mis elecciones, mi historia. Adornada por la nogada que es mi corazón amando y siendo amado por los demás (la comunión de amor)… reconocer la redención de Cristo que con su sangre (la granada) me llena de esperanza al saber que al final lo único por lo que seremos juzgados es por el amor.

… una mujer maravillosa me dijo: Esto es la fenomenología de Juan Pablo II. Dejar que las cosas nos hablen al corazón.

Sólo sé que es necesario abrir al corazón… y Él hace el resto.

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